lunes, 18 de marzo de 2013

incógnitas de nuestras tierras

         Indudablemente, el mundo entero, pero, por lo que nos duele y corresponde, nuestro país, es un cúmulo de incógnitas que ni la historia, ni la antropología, ni ninguna de las ciencias nos lo ha podido responder, o cuando menos, aclarar. Todo lo contrario, podríamos aplicar el dicho popular: -"No aclare mijo, que oscurece más"
          De tal manera, que lo único que a veces nos queda es el razonamiento lógico, y así tal vez le consigamos lógica a lo ilógico, sentido a lo misterioso. Sólo debemos tener una mente abierta y usar el sentido común (que como decía mi papá, que el sentido común es lo menos común que tiene el ser humano).
          Así, pues, tomo como auxiliar el día de hoy (y como referente, puesto que en gran medida es el modelo de razonar que sigo) al insigne Historiador , Psicólogo y Psiquiatra venezolano Francisco Herrera Luque, de quién tomo textualmente de su libro: "La Historia Fabulada", del capítulo 87, titulado :

          EL NOMBRE DE VENEZUELA
AUTOR:    Escribió Américo Vespucio, quien, además de robarle a Colón el nombre del Nuevo Continente, era embustero de marca mayor, que el Conquistador Alonso de Ojeda puso por nombre Venezuela al Lago de Maracaibo, por parecerle una pequeña Venecia. Una carta escrita a Lorenzo el Magnífico en el año de 1501 dio pábulo a que todos  los historiadores que lo sucedieron tomaran por cierta tan capciosa explicación, ya que la partícula "uela" en nuestra lengua, además de pequeñez, asocia la idea a burla, desdén o mengua, con la cual el nombre de nuestra patria tendría , al igual que la Cruz, lugar de expiación de los criminales, un origen no tan honroso como nos han hecho creer. Quizá por aquello que no se mienta la soga en la casa del ahorcado, no nos hayamos molestado mucho en remover el asunto que pudiera resultar enojoso. Hace pocos dias cayó en mis manos un libro de Arturo Hellmund Tello: Leyendas Indígenas Guajiras publicado en 1951, que si no me tienta por su fiabilidad histórica, pareciendo más bien un arbitrario fantasear, contiene ciertos ingredientes que, de ser parcialmente ciertos, pudieran arrojar interesantes datos sobre la verosimilitud de una leyenda a la que hace pocas semanas y en este mismo espacio no vacilé de calificar de absurda, como era el pretendido origen de nuestros morenos y achaparrados indios motilones. Según cuenta el referido autor, mucho antes de la llegada de los conquistadores al lago de Coquivacoa en 1499, naufragó en la costa Guajira una embarcación procedente de España.

NARRADOR:     En una península lejana, escribe el autor,  hacia el oriente entre el río  Duero y Astorga, ciudad de  los Amacos, y teniendo por capital Curunda, había una región con reyes y gobierno, perteneciente a los Zoelas, nación de navegantes. Si al principio se sintieron desanimados de los arenales guajiros, a la postre terminaron ayuntandose con los nativos diluyendo en sucesivos apareamientos su aporte etnico. Son evidentes, y en especial en la mujer, los rasgos finos de los Guajiros. Lo que pudiera ser expresiòn de este pretendido mestizaje.

AUTOR:     Un  momento y vamos por partes. Hasta donde yo he podido averiguar, no existe la tal ciudad de los Amacos, ni la Capital Curunda, ni la referida nación de los Zoelas; no los encuentro ni en la historia ni en el diccionario. Como yo no creo que un escritor sea capaz de inventar una cosa semejante sin algún fundamento, no dejo de preguntarme si los pretendidos Zoelas serían los suevos o zuevos, pueblo germánico   que invadió a España  en el siglo v y que fué vencido por los visigodos. Pero sigamos con el libro.

NARRADOR 2:     Según el autor de las leyendas Guajiras, los Zoelas aportaron algunos vocablos a los indios que se mantuvieron o han tenido que mantenerse hasta el siglo xv para que salga redonda su hipótesis, sobre el origen del nombre de Venezuela.

NARRADOR 1:     Entre ellas estaría la palabra Bene con B de burro, que significa bienvenido. De acuerdo al señor Hellmund, el recuerdo de los Zoelas y de haber llegado en una gran canoa, persistió por mucho tiempo, como quedó entre los aztecas la figura de Quetzacoalt, la visita del sacerdote blanco que les anunció con quince siglos de anticipación el advenimiento de los hombres de su raza.

AUTOR:     Hellmund afirma que cuando los habitantes del Lago vieron la nave de Alonso de Ojeda y Américo Vespucio gritaron emocionados y con gran algaraza: Bene, Zoelas; bene zoelas. Es decir, bienvenidos zoelas; dando lugar con tales expresiones al nombre de nuestra nación. Aunque a mi todo esto me parece un cuento chino he seguido fiel a un precepto científico de no rechazar abruptamente las explicaciones con visos de verosimilitud.  Tras ella puede estar la clave de muchos enigmas.

NARRADOR 2:     Es un hecho que siglos antes de Colón, navegantes del Viejo Mundo, arrastrados por las tempestades y las corrientes, llegaron a América.  Tal es el caso de Erik, el Rojo, príncipe vikingo, quién llegó a Groenlandia en el siglo x. Cristóbal Colón, como dijimos una vez, tenía noticias de éste continente a través de un navegante vasco que logró regresar. Fray Gaspar de Carvajal, compañero del Descubridor del Amazonas, habla de tribus de hombres blancos al norte del Gran Río.

NARRADOR 1:     En Venezuela, repetimos, existe la conseja que hace descender a los motilones de los vikingos. No es inverosímil, por consiguiente, que una embarcación procedente de Europa haya encallado en La Guajira, siglos antes del Descubrimiento. Esta nave lo mismo ha podido ser vikinga que zueva, término que al paso de los años degeneró en zuela. Los suevos o zuevos son germánicos  que a su vez son muy parecidos a los Nórdicos. Hasta mediados del siglo XVIII Venezuela se escribía con b alta, lo que habla en contra de su origen veneciano. Y si no, véase la historia de la provincia de Benezuela, con B, de Cisneros en el siglo XVIII. Los guajiros, además de su proximidad física al  europeo, tenían un mayor desarrollo técnico, que los pueblos circunvecinos.

NARRADOR 1:     El injerto racial que helenizó la raza autóctona ha tenido que proyectarse sobre la cultura.  Pero estos europeos tuvieron que ser muy precarios en su desarrollo cultural para que su aporte se extinguiese hasta casi desaparecer.  Como sería el caso de los suevos, pueblo ignorante y bárbaro ante la cultura grecolatina del siglo v; pero superiores a los indios de América. Sería interesante averiguar si la palabra Bene existe en Guajiro. Y de existir, si tiene la significación del autor de las leyendas. Sería conveniente intentar verificar lo que parece absurda fantasía. Nada se pierde con probar.

AUTOR:     Así es la ciencia, se busca y se inquiere por un simple y al mismo tiempo complejo placer funcional. Todo esto puede ser una descabellada invención; pero hay tentadores indicios confluyentes para insuflar la fantasía. Y una tendencia de los laboriosos maracaiberos.

Una voz: (maracaibera) Me gustan los nombres de Ostremunda, Erik o Thor para el próximo triponcito. ¿que opináis vos?


           Es necesario aclarar que lo anteriormente escrito formaba parte de una serie de micros radiales, escrito por el mencionado Autor Francisco Herrera Luque, a principios de los años 80 del siglo pasado, por esta razón es que el autor le dió ese formato, que luego fueron transcritos y recopilados en "La Historia Fabulada", en tres volúmenes.     Lo otro sería que, como en toda nación, existen muchos misterios que aclarar. ¿No lo creen ustedes?. Por favor, dejen sus opiniones, comentarios y aportes,los cuales serán tratados con el debido respeto, siempre y cuando se use un lenguaje mesurado y respetuoso de las diferentes opiniones.

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